COLIMAMEDIOS
A casi 20 años del crimen por el que fue sentenciado a 45 años de cárcel, Mario Aburto asegura que él “no disparó” contra Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, en 1994.
“Tan cierto que yo no disparé en contra del Lic. Colocio [sic] que inclusive las huellas dactilares encontradas en la pistola eran de la otra persona que se parecía a mí”.
Así lo señala Aburto Martínez en una de las últimas cartas que dirigió a su padre, Rubén Aburto, con fecha de 23 de diciembre de 2011.
En el documento que dirigió a su padre, el asesino de Colosio Murrieta asegura que los “videos de mi caso estan [sic] alterados, manipulados y en algunas partes de los mismos están borrados”.
Mario Aburto, que en la actualidad purga su condena en el Cefereso 6, en Huimanguillo, Tabasco, añade que en su expediente [41/94] aparece un anexo del Estudio de Movimientos de Personas y Rasgos Faciales de la Policía Científica Española”.
El análisis concluye que quien aparece “en los audiovideos disparando contra el Lic. Colosio en la colonia Lomas Taurinas en Tijuana, Baja California, México, no es Mario Aburto Martínez, sino otra persona que tenía cierto parecido con Mario Aburto Mtz.”.
A su padre le dice que fue obligado a declararse culpable y señala a testigos.
“Por medio de diferentes torturas físicas y psicológicas me hicieron hacerme culpable de un delito que no cometí jamás.
“Inclusive, en una de las primeras torturas hecha en la zona de aguas negras del Río en Tijuana (el 23 ó 24 de marzo de 1994) el gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, estuvo presente ordenando a mis torturadores”, refiere.
Ello, indica, “aprovechando que el Presidente C. Salinas había mandado llamar (unos días antes) a Los Pinos al gobernador de Estado de Baja California (Sr. Ernesto Rufo A.)”.
El hombre, que por el delito por el que fue sentenciado, y que según los beneficios que la ley otorga, podría alcanzar la libertad condicional en 2014, reitera que el fue “un chivo expiatorio por un crimen que no cometí jamás”.
Remata con la afirmación de que nunca tuvo una “verdadera defensa […] ni se me ha dado el derecho de réplica”.