30/09/2016.- Monserrat Luz Canales y su esposo fueron víctimas de tortura y amenazas por parte de elementos de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), quienes intentaron inculparlos del asalto que se dio el pasado domingo 25 de septiembre en La Marina San Fernando, donde se llevaron un botín de 60 mil pesos.
El día del atraco Monserrat Luz cubría su jornada laboral como guardia de seguridad en dicha tienda departamental cuando llegó un sujeto armado, la apuntó y la obligó a abrir la puerta para llevarse el dinero y darse a la fuga. Al instante, el director del Prevención y Pérdidas, Leobardo Rojas la acusó directamente de ser cómplice del criminal, sin embargo ese día terminó su turno de manera normal sin imaginarse que al día siguiente viviría un infierno.
“El día lunes (26 de septiembre) yo me presento a trabajar normal, y como a las 12:00 de la tarde llegaron unos agentes de la PGJE para llevarme a declarar al Ministerio Público”, pero eso no sucedió. La afectada relata: “me metieron por la parte de atrás de los separos de la procuraduría y me encerraron en un cuarto, ahí varios de los agentes me insultaron, me amenazaron, y me dijeron que iban a traer a declarar a mi esposo”.
Por otra parte, el esposo de Monserrat fue “levantado” también el lunes pero a las 4:00 de la tarde, a quien también los agentes amenazaron e insultaron.
La noche del lunes comenzó a caer y la PGJE mantenía a la pareja incomunicada argumentando que no había autorización para que pudieran hacer una llamada. “Les pedí hacer una llamada y no me dejaron (…) yo quería que mi familia supiera en dónde estaba porque en mi casa no sabían que me habían llevado según a declarar”. Los únicos que tenían conocimiento de su detención fueron sus jefes directos, Martha Flores y Fabio Saúl, quienes no informaron a los familiares de lo sucedido sin importar la gravedad de asunto.
Transcurrió la noche y sin argumento alguno lo agentes decidieron llevarse a Monserrat Luz al municipio de Tecomán en un operativo que montaron como si se tratara de un criminal peligroso.
“En Tecomán me suben a una camioneta, ahí ya tenían a mi marido esposado con los brazos hacia atrás, golpeado y torturado cubierto de la cara con su propia camisa”.
A Monserrat la colocan junto a su marido, y los agentes la empiezan a golpear en el rostro, y le ponen una bolsa de plástico en la cabeza. “Me decían que cuando me acordara de algo moviera la cabeza, obviamente cuando me estaba ahogando movía la cabeza y me quitaban la bolsa, esto fue en dos ocasiones, en la tercera vez que me iban a meter la cabeza en la bolsa dijeron ‘vámonos’, y se empezaron a mover las camionetas”.
La incertidumbre y el temor comenzaron a invadir a Monserrat, temía por su vida y la de su marido, no sabía a dónde los llevaban hasta que sintió que las camionetas se detuvieron y ya estaban en Villa de Álvarez, frente a la casa de su madre.
“Yo medio levanto la cabeza y estaban en casa de mi mamá, se metieron sin ninguna orden de cateo, le esculcaron toda la casa y le robaron sus celulares, de ahí nos trajeron y nos encerraron en los separos de Villa de Álvarez”, ahí pasaron lo que quedaba de la noche.
El martes por la mañana, recuerda Monserrat, “nos sacan y nos suben a una camioneta esposados resguardados por unos señores armados, nos trasladan a los separos de la procuraduría, ahí me desnudan completamente, según ellos para revisarme y después me pasan al mismo cuarto en donde había estado el día anterior”.
Las amenazas continuaban, se metían con sus hijos, “con ponerme droga para refundirme en la cárcel, y me dijeron lo que ellos querían que yo declarara; ellos querían que yo declarara que yo participé en el robo y que me dieron parte del dinero, porque los estaba haciendo trabajar mucho”.
Terminan las amenazas y los insultos, la vuelven a llevar a la celda y pasan dos horas más de encierro e incomunicación, “llega uno y me dice que nos iban a dejar salir pero que nadie debía saber en dónde estuvimos, ni nada de lo que pasó”.
A las 8:00 de la noche salen libres pero con una amenaza encima: “Acuérdense que nadie debe saber en dónde estuvieron, ni qué fue lo que pasó”.
“Me suben en un carro y a mi esposo en otro, me dejan sobre la avenida Lapislázuli y a mi esposo lo dejan en Rancho de Villa, le quitaron mil 200 pesos en efectivo que traía”, lamenta Monserrat.
Monserrat llegó a su casa y se da cuenta que su hermana y mamá están temerosas, preocupadas, presentaron una queja ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) por desaparición y contrataron los servicios de un abogado que se dedicó a buscarla en las diferentes dependencias de seguridad pública para saber si estaba detenida, sin embargo no había registros.
“Ellos me tenían ilegalmente encerrada, prácticamente nos tuvieron secuestrados, nos golpearon y nos torturaron”.
De parte de la empresa en la que labora, Monserrat no ha recibido “ningún tipo de apoyo, ni siquiera se han molestado en hablar para ver cómo sigo de los golpes, porque sí supieron el día miércoles después de que me soltaron, yo fui a avisarles lo que había sucedido y hasta ahorita de ellos ninguna llamada, ningún tipo de apoyo ni nada, porque el señor Leobardo Rojas me acusa directamente como culpable”.
Finalmente, Monserrat Luz Canales cierra su testimonio así: “Espero que este grito desesperado de ayuda y que esta injusticia no quede impune y me ayuden a hacerlo público, para que toda la sociedad sepa el tipo de autoridades tan corruptas que tenemos”.
Fuente: CNDigital