El Teatro Hidalgo ha soportado el paso del tiempo y las desventuras que éste le ha dejado. Hacia marzo de 1871 inició su construcción, encargada al alarife Lucio Uribe por el gobernador don Francisco Santa Cruz, en un terreno cedido al Ayuntamiento por el Doctor Esteban Huerta.
Durante el proceso de construcción del también llamado Teatro “Santa Cruz”, la Colima del Siglo XIX, gozó de las artes escénicas en el “Pabellón Mexicano”, un edificio de precarias condiciones en el que diversas compañías presentaron espectáculos de múltiples cepas teatrales e incluso de vocación circense.
Así, compañías teatrales arribadas a Colima en buques de la empresa naviera “The Pacific Mail Steamship” desembarcados en el Puerto de Manzanillo, tocaron tierra y se presentaron en el “Pabellón Mexicano”.
Llegaban a Colima para iniciar una ruta que los llevaría del occidente de México hacia el centro del país. Aquí, se abastecían de ánimo y ganaban buena cantidad de reales.
El proceso de construcción del Teatro Hidalgo se prolongó durante varias décadas y los primeros usos a los que fue sometido –aún sin terminar, hacia 1879- tuvieron que ver con la tauromaquia, quizá evocando a la tradición clásica que concebía a la lidia y los espectáculos de gladiadores como un espectáculo teatral, una representación. Sin embargo, en Colima la vocación taurina del Teatro resulta atribuible a que las corridas fueron más redituables que los dramas y comedias de la época.
Fue en 1883 cuando el Teatro Hidalgo se encuentra por primera ocasión en “posibilidades de funcionamiento”. Sólo faltaba el forro y los telones para la escenografía del recinto; ese problema, fue resuelto con la contratación de Japhet Frank Renoult, quien cobra, para la época, una fortuna por la pintura y el diseño del telón.
Y hacia 1908, el gobernador Enrique O. de la Madrid pretendía concluir el Teatro Hidalgo con la construcción del frontispicio del edificio para “embellecer la ciudad”.
Con el tiempo, el Teatro Hidalgo que ha sido considerado inconcluso, hasta la última década, vio pasar también diversos aditamentos que le dieron un toque de hermosura y excelsitud. La teja inglesa que algún día lo cubrió, el telón finamente decorado de su escenario y la lámpara o araña alemana con que fue iluminado, fueron derruidas por el tiempo, algunas y por la avaricia, otras.
Este día, finalmente, el Teatro abre sus puertas tras un intenso periodo para recuperarlo y entregarlo a las familias colimenses.
Hoy, los años de historia, las corridas de toro, los espectáculos teatrales, el propio edificio tienen una nueva cita con la historia y con el tiempo. Hoy, los colimenses tendrán una nueva oportunidad de disfrutar de este centenario edificio. Hoy culmina un esfuerzo que abarca ya tres siglos, que espera ver luz, buen teatro, excelsa música y mucha vida para las décadas venideras. Que así sea.(Información de la Secretaría de Cultura)