La reflexión presente, se desarrolla en el marco y como trasfondo la transformación urbana de la ciudad de Colima. Tiene como propósito deliberar sobre el proceso de reestructuración urbano así como deslumbrar los modos de vinculación e interacción social de los colimenses en ella.
La drasticidad de los cambios generados en la ciudad de colima desde el último decenio del siglo XX a la actualidad, es hablar de crisis urbana y de la emergencia de un nuevo modelo urbano, el cual sustituya al existente cuya base fue la construcción de caminos y avenidas para uso de transeúntes así como de traslado de animales domésticos.
La consolidación de nuevas centralidades, el incremento de la segregación y la fragmentación socio-espacial son las principales manifestaciones de la ciudad de Colima. Esta, dejo de ser inclusiva, integrada y cohesionada. Tiene un carácter expulsivo siempre tendiente a la fragmentación. Ha estallado en múltiples y endebles unidades sociohabitacionales. Se caracteriza esta ciudad por ser dispersa y estallada, constituida por retazos urbanos sin ningún tipo de vínculo entre sí y con áreas gentrificadas coexistiendo junto a
enclaves de pobreza.
En estas controversiales áreas espaciales, se manifiestan las repercusiones de la polarización económica actual de colima: Proliferan espacios urbanos opulentos, embellecidos, recualificados o gentrificados en los que residen sectores de clase media alta junto a la desvalorización, el empobrecimiento, el deterioro y la marginación de otros espacios residuales habitados por los sectores sociales más pauperizados.
Esta crisis urbana se debe entender a partir de valorar que el espacio público constituido en el tablero político-urbano ha favorecido a una cierta ente política y económica. Además, esta grave fragmentación se enlaza con la desaparición o adelgazamiento de los estratos medios de la ciudad, quienes eran esa parte de la sociedad que articulaba la solidaridad entre las clases sociales colimenses.
La caída brutal de un amplio sector de la clase media ha sido un proceso decisivo en esta reconfiguración de la ciudad y su fragmentación. Todos los procesos y fenómenos sociales citados –incremento de la segregación,
fragmentación socioespacial, ghettización o dualización de la ciudad, empobrecimiento y desintegración de la clase media, disolución de la perspectiva del ascenso social, crisis del espacio público-, cuestiona la capacidad de la ciudad de Colima para “hacer sociedad”, así como la posibilidad de pensarla como una unidad y miembros de un solo colectivo social.
Pero ¿Cuáles son esos nuevos modos de vinculación y de interacción de los habitantes de esta ciudad de colima?
Primero, la diferencia física de esta ciudad respecto de otras no existe. Esta siendo progresivamente borrada. Los conjuntos habitacionales son similares. La distribución socioespacial es desigual y disímil.
Segundo, lo cotidiano para los colimenses ya no importa, se considera algo vago o sin importancia. Ahora, para ellos todo implica velocidad y frecuencias de ese cotidiano diario. Lo diario vivir para el habitante de la ciudad presenta diversas facetas acorde a su rol individual o grupo al que se asocia. Varía según su cultura, estrato socioeconómico, sexo o edad. Pero hay una característica muy particular del colimense: la vinculación e interacción social de sus acciones está ligada por la tecnología y el virtualismo.
Tercero, eso significa que la práctica de la vida cotidiana del habitante de la ciudad posee una peculiaridad: el vivir diario ha sido impuesto desde afuera: redes sociales virtuales, influencia de los anuncios y propaganda de las grandes trasnacionales, aunado los espacios geométricos mal diseñados urbanísticamente, y.
Cuarto, la ciudad de Colima por si misma tiene vida propia, en donde cada habitante o grupo de ésta posee formas especificas de producir el espacio cotidiano en el que se desenvuelven; que a la vez, condicionan esa producción (cerrado o abierto). Cada una de esta producción de espacio cotidiano no suceden en, son la ciudad.
Lo anterior, nos muestra que la práctica y el uso del espacio urbano de colima es en sí misma una producción social propia, única de sus habitantes. Estas prácticas del espacio han tejido las condiciones determinantes de la vida social de sus habitantes constituyéndose en una realización espacial de lo dado por ellos mismos.
Un ejemplo plausible de lo anterior, se manifiesta en la separación socio-espacial generada por la construcción de los circuitos interiores centro, norte y oriente de la ciudad como el distribuidor vial Ejercito Mexicano dividiendo las colonias populares de oriente con el circuito interior del centro histórico de la ciudad. De esta manera fue forjando discordancias sociales las cuales ya no se interconectan; por el contrario sus habitualidades son fuera de contexto integrador.
Las colonias y habitantes del oriente han creado su propio centro socioespacial de interacción e interrelación social, donde todos se vinculan fugazmente pues carecen de esa fortaleza socio-personal al no relacionarse con otras colonias y habitantes de otros niveles socioeconómicos manifestándose en su conducta la cual dicta su pensar y actuar. Su realidad los ha vencido. Están condenados.
Esta reflexión general, nos dicta a repensar la ciudad como algo que está ahí y se va reconstruyendo día a día. Es en nosotros quien recae el analizar con mayor profundidad e interdisciplinariamente todos los fenómenos sociales trascendentales que se suscitan diariamente en esta ciudad olvidada.