Este sábado Brasil ha empezado a desplegar 30.000 soldados con el fin de patrullar las fronteras y fortalecer la seguridad para la Copa Mundial de Futbol que comenzará en junio.
La dificultad para el patrullaje consiste en que buena parte de la frontera de 16.900 kilómetros de extensión es selva amazónica, lo que permite el acceso de inmigrantes indocumentados al país. Sin embargo, las autoridades de Brasil afirman que el riesgo de un ataque terrorista es bajo, debido a que el país no tiene enemigos, reporta el medio. Probablemente lo que más podría amenazar la seguridad serían nuevas manifestaciones de los brasileños, que han protestado masivamente en las calles contra unos servicios públicos malos, la corrupción y los grandes gastos en la construcción de estadios.