“ENTRE LA ESCUADRA Y EL COMPÁS”

Sergio Francisco Chapela Preciado*

Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos

México, D.F., a 18 de julio de 1872

Querido Diario de la Nación:

 Anoche tuve una pesadilla catastrófica. Soñé que en los albores del siglo XXI, las fuerzas conservadoras y ultraconservadoras de esta naciente nación, hacían añicos las Leyes de Reforma que con tantos sacrificios humanos, económicos y materiales, promulgamos para consolidarnos como nación independiente, con un régimen político republicano, democrático y federalista.

En una versión ultramoderna de Juan Nepomuceno Almonte, los líderes políticos de esa época no viajaban al extranjero para solicitar la imposición de un emperador como ministro plenipotenciario en nuestra amada tierra, sino para poner en bandeja de plata los recursos más valiosos del país, a la oferta del mejor postor: el petróleo, el gas, la electricidad y otros de los que no tengo ni la menor idea de su uso, como el uranio, llegando incluso al exceso de subastar la fuerza de trabajo de nuestros propios hijos.

¿Te imaginas el terror que me causó pensar que algún día, la ambición espuria de unos cuantos mercenarios del poder, pondría a la venta la sangre de la patria para hincharse como sanguijuelas con el usufructo de su traición? Tal vez por eso tengo esta sensación de asfixia, este molesto hormigueo y adormecimiento en el brazo izquierdo y esta oclusión opresiva en el pecho. Seguramente la angustia de pensar que ésto pudiera suceder algún día, me tiene al borde del infarto.

Recuerdo que cuando era diputado en el congreso de Oaxaca, me opuse férreamente a la legitimación del tratado Guadalupe-Hidalgo, mediante el cual el gobierno mexicano aceptaba la imposición de los Estados Unidos, de venderles un poco más de la mitad de nuestro territorio al ridículo precio de siete millones de dólares, de los cuales sólo llegaron seis a las arcas de la nación.

Es cierto que dicha imposición fue consecuencia de la derrota militar que sufrimos ante su ejército, pero también es cierto que el clero católico jugó un papel muy importante en esa derrota, pues los curas arengaban a sus fieles a evitar manifestaciones de rechazo contra el ejército yanqui, los convencían de ser sumisos

a la voluntad de Dios y en consecuencia a la presencia de los soldados estadounidenses, pues “venían a ayudarnos”; de tal suerte que sus comandantes decían que habían venido a pasear, pues al no encontrar resistencia, pudieron imponer su bandera en el asta del Palacio Nacional, y aunque sólo por unos días, a mí me parecieron una eternidad y el peor de los agravios que se le puede ocasionar a un país.

Yo estaba seguro que con una buena negociación diplomática internacional, hubiéramos podido evitar semejante pérdida, pero los conservadores y conformistas, como siempre, argumentaban que si no pactábamos con ellos esa venta, nos volverían a someter con la fuerza de las armas y entonces lo tomarían como botín de guerra sin darnos nada a cambio.

¿Cómo podría pensar que 130 años más tarde, las fuerzas reaccionarias estarían nuevamente entregando la patria a los mismos verdugos? ¿Entonces de qué sirvieron tantos sacrificios de vidas humanas, de qué sirvió la refundación del país mediante leyes que le dieron certeza jurídica al Estado, quitándole al clero lo que es del César y dándole a Dios lo que es de Dios?

Yo sé que las pugnas y las tensiones entre liberales y conservadores no se van a acabar nada más porque el Estado tenga fortaleza legal e institucional. En toda la historia de la humanidad, las sociedades se han dividido en castas o clases y éstas siempre tienen una estructura piramidal: En la base está la gran masa del pueblo que produce la riqueza con su fuerza de trabajo y apenas sobrevive; y en la punta, unos cuantos privilegiados que amasan grandes fortunas a expensas del esfuerzo de los demás y dirigen a las masas hacia donde ellos quieren.

En medio, los librepensadores, levantan la voz por los que no la tienen, para advertir de los peligros de la ambición desmedida de los privilegiados y luchan por mejorar las condiciones de vida de las masas trabajadoras. Lo mismo pasa entre las naciones poderosas que quieren tener más y más: Extensión territorial, recaudación fiscal, explotación de los recursos naturales, explotación de la mano de obra, y para lograrlo usan la violencia y la justificación divina, el fin justifica los medios, decía Maquiavelo.

Pero la ambición actúa como un virus en la mente de los poderosos acaudalados, motivando el deseo de la acumulación obsesiva, es decir, “entre más tienen, más quieren”, hasta conducir a las sociedades al punto del exterminio. Así nos tienen las potencias mundiales en este momento: Francia, Inglaterra y Estados Unidos que nos hostigan con el pago de las deudas, cuando a duras penas producimos para sobrevivir. Como si no fuera suficiente con el inmenso saqueo del oro y la plata del que fuimos (y somos) objeto a consecuencia de la colonización y después de una

desgastante guerra de independencia, más una invasión de los estadounidenses para apoderarse de más de la mitad de nuestro territorio, más una invasión del ejército más poderoso de la tierra al que se unieron tropas de nuestro país que deberían estar defendiéndonos, -dicen que la ambición y la traición van de la mano. ¡Es como para haber desaparecido del mapa!.

No cabe duda que al perro más flaco se le cargan las pulgas. Sin embargo aquí estamos y aquí seguiremos. Derrotamos al ejército más poderoso del mundo, pero no nos escapamos de la imposición de un emperador extranjero; luego derrotamos al ejército realista de ese espurio emperador y reinstalamos el legítimo gobierno republicano; decretamos las Leyes de Reforma para darle certeza jurídica al Estado, sacando a la iglesia católica del control hegemónico del registro civil y permitiendo la libertad de cultos.

Es por eso me incomoda tanto que en un futuro, los conservadores puedan apoderarse nuevamente del control del país y lo vendan al mejor postor, sepultando nuestra lucha en el olvido. Ya sé que sólo se trata de una pesadilla, pero el simple hecho de pensar que pudiera suceder, me tiene muy angustiado… AGHHHHHHHHHHHH, COFFFFFFFF, COFFFFFFF ¡ME MUERO! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDEEEEEEEEEE….!!!!

*Miembro del Círculo Cultural Colimense.

 

 

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